Falta de reforma 2024 y el suceso de la vigilancia profunda

Quizá porque la palabra “suceso” en el idioma italiano (“successo”) significa “éxito”, me vino a la mente para el título de esta colaboración. Y es que ante la falta sustancial de reforma fiscal para 2023, lo mismo que sucede ahora para 2024, la autoridad fiscal tuvo como única vía de acción constante la llamada “vigilancia profunda”, la cual tiene diversas deficiencias a la par que diversas ventajas, motivo de estas líneas. La Ley de Ingresos de la Federación (LIF) y el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) no cuentan propiamente como reforma fiscal, ya que –además de que sobre ellas hablarán las demás colaboraciones de esta revista– es forzoso contar con ellos año con año, pese a ser leyes tributarias según la jurisprudencia,1 pues sólo así se justifica la percepción de ingresos por parte del Gobierno Federal, cuyo empleo no puede ser arbitrario o subjetivo, por lo que ambas sirven para evitar cualquier tergiversación de fondos, sin que tengan relación alguna con el sujeto, objeto, base, tasa o tarifa propia de las leyes especiales (Ley del Impuesto sobre la Renta –LISR–, Ley del Impuesto al Valor Agregado –LIVA–, Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios –LIEPS–, etc.), las cuales no fueron propuestas a reforma con el paquete presentado para 2024, salvo la Ley Federal de Derechos (LFD), que no aplica a todos los contribuyentes.

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