Fecha cierta, ¿siempre y en toda auditoría?

La pereza del mexicano es vasta (dicho con todo respeto, pues yo también soy mexicano, pero las cosas como son), y descansa en ambos extremos del país, tanto en particulares como en gobierno, pues la dinámica cotidiana, más allá de denotar el producto de un estudio constante y trabajo diario, por el contrario, muestra que la gente busca siempre un punto cómo seguir con los mismos resultados. El regateo entre clientes y asesores es recurrente: “por qué tan caro si hay quien cobra menos que tú por lo mismo”; el alumnado busca calificaciones siempre de 10 con poco esfuerzo, y más en este sexenio en donde el alto asistencialismo y la reforma al artículo 4 constitucional, publicada el 8 de mayo de 2020, confirman una pasividad amplia, sin alentar el trabajo y desarrollo de las personas, pues basta con tener cierta calidad, condición o edad para ser merecedor de ayudas gubernamentales, antes que promover el trabajo, la superación y el éxito individual que conlleve al éxito social. Y así, con dicha inercia cómoda, las personas y empresas también buscan asesoría que les brinde una “fórmula mágica” que puedan repetir decenas de veces, con la promesa de que el pago de contribuciones se reducirá en forma inmediata sin mayores problemas, pues además dicen conocer al Secretario de Hacienda o a altos funcionarios, y nunca ha pasado nada o la promesa del “yo te aseguro” nunca falta.

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